El 16 de junio de 1904, un escritor en ciernes que respondía al nombre de James Joyce invitó a Nora Barnacle, una atractiva joven que trabajaba como empleada en un hotel de Dublín, a dar un paseo por la ciudad. Fue el comienzo de una relación que solo se truncaría con la muerte, pero, sobre todo, aquel paseo fue importante porque en él se encerraba el germen de uno de los proyectos novelísticos más ambiciosos de la historia de la literatura universal.
El 16 de junio de 1904, un escritor en ciernes que respondía al nombre de James Joyce invitó a Nora Barnacle, una atractiva joven que trabajaba como empleada en un hotel de Dublín, a dar un paseo por la ciudad. Fue el comienzo de una relación que solo se truncaría con la muerte, pero, sobre todo, aquel paseo fue importante porque en él se encerraba el germen de uno de los proyectos novelísticos más ambiciosos de la historia de la literatura universal.
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